Este procedimiento entra en el ámbito de la lipoescultura. Requiere un cierto grado de arte por parte del cirujano, que va a extraer cantidades relativamente pequeñas de grasa de zonas específicas de la cara y puede utilizar la grasa extraída para reinsertarla en otras zonas con el fin de crear depresiones, como los pliegues naso-labiales profundos.
Normalmente los pacientes son relativamente jóvenes, de ambos sexos, y tienen zonas específicas que desean corregir, más que un problema facial generalizado. Estas zonas específicas pueden ser masas de grasa residuales tras un programa de reducción de peso. Las zonas más comunes tratadas son la papada, bajo la línea de la mandíbula ("papada") y las mejillas.
Debido a la cantidad tan específica y relativamente pequeña de grasa que debe extraerse, se utilizan los catéteres más pequeños disponibles, generalmente de 1 mm de diámetro. La incisión se hace no más grande de lo que quepa el catéter, y se eligen los puntos menos visibles, por ejemplo, bajo la línea de la mandíbula o a través de la boca.
Para facilitar la extracción de la grasa, ésta puede infiltrarse con líquido, a menudo anestésico local con algo de epinefrina para reducir la hemorragia, una variante de la liposucción conocida como tumescente. Otra variante de la liposucción es con láser para ayudar a la licuefacción y facilitar la extracción. No sólo se extrae la grasa, sino también la célula que la contiene, por lo que, en teoría, la zona adiposa no debería volver una vez eliminada (¡en teoría!).
Una sola sutura suele ser adecuada para cerrar la herida. Los apósitos de presión pueden considerarse apropiados para controlar la bolsa de la que se aspiró la grasa.